
El mensaje no tiene, pese a lo que parezca, nada de contestatario ni reivindicativo, al contrario , esconde un claro fin ecológico y solidario. La frase resume una experiencia que ha puesto en marcha varios año consecutivos la Escuela del Centro Penitenciario y que busca implicar a los jóvenes y otros internos de los 7 módulos del mismo en la recogida selectiva de las latas de aluminio y hojalata.
Esta experiencia cuenta con el apoyo de la Dirección del Centro Penitenciario que ha posibilitado la designación de 6 internos para ocuparse de las tareas de recogida, selección, pesado, embolsado etc. obteniendo de esta labor los beneficios penitenciarios pertinentes. Por otra parte, la colaboración de los funcionarios del economato central ha permitido , con sus gestiones ante las empresas suministradoras, que las latas de refrescos consumidas sean en su mayoría de aluminio, ya que es un material que se puede reciclar indefinidamente sin perder calidad y con un precio en el mercado mucho mayor que la hojalata (0,60 € frente a 0 €).
Los ingresos obtenidos se entregan a las ONGs que deciden los propios internos para contribuir a poner en marcha programas de reinserción laboral de personas marginadas, de los que se benefician los mismos internos en algunos casos.